La mala suerte
Perder un zapato en la calle no es algo tan raro. Cuando te pasa una vez y cuentas la anécdota, descubres que varias personas de tu alrededor han tenido experiencias parecidas: que si se quedó atascado el tacón en una rejilla, que si se cayó a las vías del tren o del metro, que si salió volando al dar una patada al aire... Lo que ya no es tán común es perder el zapato en la vía del cercanías de Alcalá de Henares y llegar descalza de un pie a Madrid, entrar en casa corriendo para cambiarte de zapatos (y de vestido, que el de antes ya no va con los zapatos de ahora...) y salir corriendo dando un portazo para descubrir al segundo siguiente que te has dejado las llaves dentro!!! Si a todo esto le sumas que tanta prisa se debe a que llegas tarde a un encuentro de antiguos empleados, en el que sabes que vas a encontrar a tu ex-novio, que vendrá corriendo a saludarte y a contarte lo estupenda que es su vida desde que te abandonó como un perro en una gasolinera, mientras tú (que sabes que tien