Maluna contra el monstruo de tres cabezas: Segunda parte

LA LUCHA DE LA DAMA GUERRERA


El primer golpe de Hacienda la dejó prácticamente inconsciente, tendida en el suelo, sin saber cómo esquivar la siguiente embestida. De sobra sabía que esa cabeza del monstruo era poderosa y que nadie hasta ahora había sobrevivido a sus ataques. Solo los más ricos de las aldeas se habían hecho con un ejército de guerreros de la orden de caballería de los Asesores Fiscales, que eran capaces de presentar algo de batalla y salir parcialmente victoriosos.

En otro momento, se hubiera dado por vencida, se hubiera dejado abatir sin presentar batalla, porque la guerra nunca fue su fuerte. Pero aquel día, Maluna se revolvió contra la segunda cabeza y esquivó un nuevo envite, a sabiendas de que la batalla estaba perdida. “Yo pierdo” pensó, “pero tú no cuelgas mi cabeza a modo de trofeo”.

Y decidió luchar. Y cinco minutos después supo que no podía hacerlo sola. El monstruo era mucho más fuerte que ella, y aunque de momento solo peleaba contra una cabeza, sabía que la situación se podía poner mucho más fea en pocos segundos.
Así que Maluna comenzó a pedir auxilio con toda la fuerza que sus cuerdas vocales casi recién estrenadas le permitían. Albergaba la esperanza de que algún vecino de la aldea más próxima acudiera al oír sus gritos, aunque solo fuese por curiosidad. Y no se equivocó, porque inmediatamente se encontró rodeada de paisanos que observaban aquella lucha desigual. A su manera, todos intentaban ayudar a Maluna a luchar contra la segunda cabeza: que si no te muevas mucho que esta cabeza es un poco cegata; que si lo mejor es que te hagas la muerta; que si ríndete de una vez y que te de la del tigre…

Pero tuvo que ser un caballero de la orden de los Asesores Fiscales el que finalmente le gritó a Maluna la estrategia correcta a seguir: la clave estaba en la tercera cabeza.

Después del segundo golpe de la cabeza Hacienda, Maluna oyó como el caballero Asesor le gritaba desde lejos que la única salida era despistar a la bestia hasta ponerse fuera de su alcance. La segunda cabeza era más fuerte y más persistente que cualquier ser humano y solo jugando al despiste se podía sobrevivir a su ataque. La dama pensó que aquella obviedad no la ayudaba en absoluto a librarse del ataque, pero seguidamente el caballero también le confió un secreto: la tercera cabeza podía facilitarle la tarea de entretener a la segunda.

La tercera cabeza era la más pequeña de las tres, pero aún así tenía un tamaño considerable. La diferencia que existía con respecto a las otras cabezas era la lentitud con la que se movía. Mientras que Crisis y Hacienda eran ágiles (la primera incluso más que la segunda), todos los movimientos de la tercera cabeza estaban ralentizados, sus movimientos eran pausados y descoordinados con respecto a los movimientos de las otras.

“¿Qué debo hacer?” gritó Maluna. “La tercera cabeza, aunque unida al mismo cuerpo, es distinta, no obedece a las demás y tiene una membrana que puede ayudarte a despistar a la cabeza Hacienda lo suficiente para que puedas ponerte a salvo”, el caballero se acercó a Maluna todo lo posible para darle esta información, “Produce una sustancia parecida a un veneno paralizante. Uno de los componentes principales es el Facturae Electricalis, que todo el mundo conoce pero pocos son conscientes de su poder ralentizador. Debes conseguir que la tercera cabeza, cuyo nombre es Endesa, segregue veneno suficiente para inmovilizar a Hacienda durante unos minutos, y así podrás escapar y esconderte”. “Mil gracias caballero, pero olvidáis que no conozco las técnicas de lucha necesarias para obligarla a darme el veneno” contestó Maluna, más que contrariada. “Bueno, en este caso, la magia será vuestra aliada: existen un hechizo que hará que la cabeza atolondrada no tenga más remedio que obedeceros” y el caballero Asesor gritó unas palabras desde la distancia, pues la cabeza Hacienda había vuelto al ataque y estaba golpeando de nuevo con sus grandes tentáculos.

Y comenzó de nuevo la batalla, esta vez contra las tres cabezas a la vez: Crisis lanzaba fuego por las fauces, Hacienda golpeaba con los tentáculos y a Endesa había que obligarla a escupir el veneno paralizante contra su propia cabeza hermana.

(Continuará…)

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