La mala suerte II
Tener 34 años y la vida social de una ameba: eso es mala suerte.
Que alguna de tus amigas se acuerde de ti y te invite a una fiesta un viernes: eso es buena suerte.
Que el mismo viernes por la mañana te empiece a doler un ojo: eso es mala suerte.
Que acabes en urgencias a las dos de la tarde y te extraigan un "cuerpo extraño" del ojo izquierdo: eso es mala suerte.
Que el "cuerpo extraño" alojado y extraído te haya provocado una herida en la córnea: eso es mala suerte.
Que te pongan un parche y te digan que no te lo puedes quitar hasta 24 horas después: eso es mala suerte.
Que te la jueges y decidas acudir a la fiesta a "ojo descubierto", a riesgo de que te pase algo peor: eso es una temeridad.
Que estés en la fiesta con la pupila más dilatada que un gato y todo el mundo haya decidido hacer fotos con flash: eso es mala suerte.
Que a pesar de todas las molestias, después de cuatro horas rodeada de humo, flashes e impurezas en el ambiente, no se te infecte la herida de la córnea: eso es buena suerte.
Que al día siguiente te pongas un parche (comprado en la farmacia, de esos color carne que ponen a los niños con "ojo vago") de manera voluntaria para atenuar los excesos de la noche anterior: eso es remordimiento de conciencia.
Que hayas quedado para salir por segundo día en el fin de semana, cuando normalmente te mueres del asco viendo DEC y la Noria en tu casa: eso es buena suerte.
Que al quitarte el parche que has tenido todo el día, descubras que el pegamento te ha generado una reacción alérgica y tienes todo el contorno de ojos rojo como un tomate, inflamado y escociendo a más no poder: eso es que alguien te ha echado "mal de ojo" (nunca mejor dicho).
Que a pesar de todo, te armes de paciencia y hagas una obra de restauración en la cara, abusando del corrector y el colorete, para poder salir a cenar y tomar algo: eso es fuerza de voluntad.
Y, finalmente, volver SOLA a casa a altas horas de la madrugada, haciendo balance de que los únicos tíos que se te han acercado en toda la noche, o estaban completamente borrachos, o eran unos frikis o lo hicieron cuando faltaban 15 minutos para cerrar el local (por aquello de intentar no irse de manos vacías): eso es lo habitual.
Y esa es la crónica del fin de semana que (gracias a Dios) se terminó ayer.
Que alguna de tus amigas se acuerde de ti y te invite a una fiesta un viernes: eso es buena suerte.
Que el mismo viernes por la mañana te empiece a doler un ojo: eso es mala suerte.
Que acabes en urgencias a las dos de la tarde y te extraigan un "cuerpo extraño" del ojo izquierdo: eso es mala suerte.
Que el "cuerpo extraño" alojado y extraído te haya provocado una herida en la córnea: eso es mala suerte.
Que te pongan un parche y te digan que no te lo puedes quitar hasta 24 horas después: eso es mala suerte.
Que te la jueges y decidas acudir a la fiesta a "ojo descubierto", a riesgo de que te pase algo peor: eso es una temeridad.
Que estés en la fiesta con la pupila más dilatada que un gato y todo el mundo haya decidido hacer fotos con flash: eso es mala suerte.
Que a pesar de todas las molestias, después de cuatro horas rodeada de humo, flashes e impurezas en el ambiente, no se te infecte la herida de la córnea: eso es buena suerte.
Que al día siguiente te pongas un parche (comprado en la farmacia, de esos color carne que ponen a los niños con "ojo vago") de manera voluntaria para atenuar los excesos de la noche anterior: eso es remordimiento de conciencia.
Que hayas quedado para salir por segundo día en el fin de semana, cuando normalmente te mueres del asco viendo DEC y la Noria en tu casa: eso es buena suerte.
Que al quitarte el parche que has tenido todo el día, descubras que el pegamento te ha generado una reacción alérgica y tienes todo el contorno de ojos rojo como un tomate, inflamado y escociendo a más no poder: eso es que alguien te ha echado "mal de ojo" (nunca mejor dicho).
Que a pesar de todo, te armes de paciencia y hagas una obra de restauración en la cara, abusando del corrector y el colorete, para poder salir a cenar y tomar algo: eso es fuerza de voluntad.
Y, finalmente, volver SOLA a casa a altas horas de la madrugada, haciendo balance de que los únicos tíos que se te han acercado en toda la noche, o estaban completamente borrachos, o eran unos frikis o lo hicieron cuando faltaban 15 minutos para cerrar el local (por aquello de intentar no irse de manos vacías): eso es lo habitual.
Y esa es la crónica del fin de semana que (gracias a Dios) se terminó ayer.
Pero mujer... donde ha quedado la frase final de Mastercard?
ResponderEliminarME HA ENCANTADO JAJAJAJ...AUNQ LO DE Q VOVISTE A CASA SOLA...MUCHAS GRACIAS EH? NO SOY UN MAROMO RUBIO PERO....
ResponderEliminarBSS sNDRA